martes, 14 de junio de 2016

Chaos: La Historia Jamás Contada.

-Capitulo 3

Las noches en la ciudad no eran lugar para niños ni para nadie, muchas peleas en cada esquina, robos y actos malignos como asesinatos sin compasión en los callejones abandonados. Daba igual que pasara gente o coches, si mirabas a los ojos estabas muerto.Se podría decir que era una ciudad sin ley aun habiendo cuerpos de policía y gente que se hacia los héroes.



-Comisaría 108 de Devis-



Nos hayamos en una de las doscientas comisarías distribuidas por toda la ciudad de Devis. En esta comisaría se encuentra el inspector, el comisario y un par de policías hablando de uno de los últimos casos y el que mas misterio encierra.



-Policía 1: Pero comisario, ¿esta usted seguro de que quiere cerrar este caso?, todavía está sin resolver y la víctima era familiar de un miembros del cuerpo, demos le una oportunidad, comentaba el policía.



-Policia 2: Mi compañero tiene toda la razón, intentemos lo una vez más, por favor comisario, se unía a la charla.



-Comisario: No podemos perder mas tiempo en un caso que nos lleva a un camino sin salida, pensad un poco ¿por qué no hay mas pistas ni podemos avanzar? Pues porque fue suicidio, y punto, respondió encendiéndose un cigarro.



-Inspector Cabanela: Duque, Duque, escucha a tus subordinados por una vez, se que tu eres el que llevas el cotarro pero demos le una oportunidad anda, dijo posando su mano en el hombro del comisario.

-Comisario Duque: Inspector no se meta en mis asuntos, un no es un no. No había huellas, ni armas, tan solo una cuerda amarrada a la barra de la ducha, y allí colgaba el cadáver como si de un jamón en una carnicería se tratase. Suicidio, guárdenlo en el archivo y sigamos con otros casos, respondió finalizando la conversación y marchándose de la sala rumbo a la planta de abajo donde se hacia la autopsia.



-Cabanela: Déjenlo muchachos, sigue siendo el mismo cabezota de la academia, pero aunque diga todo eso lo Investigaremos a escondidas él y yo, les dijo guiñándoles un ojo y marchándose rápidamente gritando comisario.



-Sala de Autopsias, 18.00h-



-Doctora Dora: Oh bienvenidos Cabanela y Duque, dijo mirándolos.

Habían pasado varios años desde que por arte del destino habían caído en la misma zona. Estos tres fueron compañeros en la academia de policía y compartían el mismo sueño: atrapar malos como en las series policíacas y fantásticas que retransmitían en la tele y radio.

El Inspector Cabanela siempre tuvo el mismo estilo de vestimenta, una chaqueta blanca con un pañuelo rojo a modo de bufanda, su corto pelo marrón con su flequillo de punta, y esa sonrisa y confianza que le había causado tantos problemas por no saber con quiénes podía tenerla.

En cambio Duque siempre iba cambiando de apariencia periódicamente, en especial su peinado. Flacucho y grande, moreno con pelo hasta los hombros y el flequillo tapándole ya medio ojo. No sonreía tanto debido a la absurda cantidad de crímenes que había visto. ¿Su debilidad? Siempre se echaba la culpa de todo lo ocurrido, cuando no podía resolver un caso se encerraba en su casa días y días hasta que lo lograba.



La doctora era alguien única, desde muy pequeña fue muy inteligente, aprendió a leer y a escribir muy pronto, con diez años hablaba ya cinco idiomas y se leía al día varios libros sobre crímenes perfectos o crímenes sin resolver.

Rubia de altura media y con lentes, esta mujer siempre vestía una bata de laboratorio con sus bolis y libretas donde apuntaba absolutamente todo lo que veía o pasaba a su alrededor.

Entre charla y charla lo noche cayó en la ciudad y todos los rufianes de poca monta y los expertos se echaron a la calle.



-Cabanela: Jefe hay que hacer la ronda o los ladronzuelos se subirán por las ramas, dijo mirando el reloj que colgaba en la pared de la sala.

-Duque: Entendido, pilla un coche y pongamos nos manos a la obra, hoy toca reunirse con Helena, le respondió rápidamente encendiendo otro cigarro y marchándose por la puerta. Hasta otra vieja amiga, exclamó mientras meneaba la mano en forma de despedida.



-Calles de Devis, 23.00-



-Duque: ¿Tenias que pararte a por un café y unos bollos obligatoriamente? ¿Has visto que hora es? Helena nos mata, decía llevándose las manos a la cabeza.

-Cabanela: Recuerda me de nuevo quien es esa tal Helena, y porque tanto escándalo por una sola persona, preguntaba dándole un sorbo al café.

-Duque: La llaman "la mami" y es como la jefa del barrio, ella nos da soplos y nosotros la dejamos en paz, ¿fácil? ¿fácil? facilisimo, respondió dándole unas palmaditas en la espalda.



Llegaron a un gran portón, un gran reloj y una agrupación de farolas iluminando la calle era lo único estable, contenedores volcados y gente tirada por los suelos sobre cartones, era una imagen espantosa.

Fíjate Cabanela, esto es lo que nadie ve, para el resto del mundo estas personas son insectos, invisibles y no queridos, detrás de la puerta es a donde vamos, señaló Duque.Pasaron como pudieron, esquivando las demandas y las súplicas de la gente, cayendo de vez en cuando y dando lo que tenían a manos tan pequeñas como las de los niños sin techo y muertos de hambre o enfermos.



-Portón, 2 A-



Dando varios toques seguidos a la puerta y luego llamando al telefonillo.

La puerta se abrió lentamente dejando ver a la susodicha, una mujer joven, de veinte años de tez blanca y unos ojos que te embaucaban y una sonrisa que te llevaba con ella quisieras o no.

No era muy alta y la melena no le llegaba más de media espalda, un tono de pelo oscuro con tonos marrones.



-Helena: ¿Que se les ofrece agentes?, preguntó recogiéndose el pelo en una coleta.

-Duque: Tiempo sin vernos Helena, ¿me recuerdas? Trabajamos juntos en el caso del gorila, dijo mientras enseñaba la placa y entraba al piso.

Este es Cabanela, mi compañero, venimos por si nos puedes ayudar con un par de casos que nos tienen entre la espada y la pared.

-Helena: Mmm... no me acuerdo muy bien pero recuerdo a un joven agente que no paraba de quejarse y fumar, respondió mientras cerraba la puerta vigilando que nadie hubiera visto nada.

(No se percató bien, no la culpo era muy difícil notar la presencia de este sujeto que ya había entrado al piso)



-Cabanela: !Ese mismo!, exclamó mientras reía como un loco. Joselito siempre ha sido así pero míralo ahora, parece que ha madurado, dijo sentándose.

El piso de Helena era extraño para estar en esa zona de la ciudad. No era una habitación de un gran hotel pero se le asemejaba. Cuadros de grandes pintores y muchas reliquias y estatuas adornaban el salón. Una gran tele con varias consolas frente a tres sofás donde se situaban los presentes. Varias habitaciones y un amplio ventanal donde poder contemplar, más bien mirar con lástima el lugar.



-Duque: Eso fue hace mucho tiempo Helena, y no viene al cuento. Venimos a pedirte ayuda, estamos buscando a un ex-presidiario, un agente italiano y a un presunto asesino, dijo acercándose al ventanal a encenderse un cigarro y a vigilar el coche.

(Duque le explicó las muertes sin sentido que la policía había catalogado como suicidios en masa) Eso es uno de los casos, mañana te enviaré todos los detalles en un informe, pero el caso principal es el siguiente:

Hace un par de semanas una de las prisiones mas seguras del pais fue totalmente aniquilada, no quedó ni un escombro. Pudimos rescatar a un par de presos pero no sobrevivieron, parece como si el autor quisiera borrar toda pisada suya, contó echando el humo.

En aquella prisión se encontraba Fireball Nathan, conocido en el mundo criminal como "el incinerador" y escapó secuestrando al hacker Jeremy y a una de nuestras guardias Elyon.



(A Helena se le cambió toda la cara al escuchar la información, ella conocía a Nathan desde hace mucho y ya le daba por muerto)

-Helena: Osea, que tres personas más un supuesto compañero se escaparon de la cárcel más segura de la ciudad y ¿pretendéis capturarlos?, respondió aguantándose la risa.

-Cabanela: Si, más o menos. Tenemos deudas pendientes con Fireball y Duque creemos que tu ayuda nos vendría muy bien, dijo sacando varios archivos sobre el caso.

-Duque: Eso son copias de todo lo que tenemos sobre Fireball, su caso y el de la cárcel, mañana recibirás el resto nosotros debemos volver a comisaría, apagó el cigarro y lo tiró a la calle desde arriba.

-Helena: (más seria entendiendo la gravedad y gustándole leer eso) Entendido, mañana quedamos en el sitio de siempre y os daré lo que pueda, respondió abriéndoles la puerta.

(Cabanela siempre fue el hábil del grupo y tenia unos sentidos bastante buenos por eso la policía fue tras él)

-Cabanela: (al levantarse) Helena, tienes mascotas? preguntó mirando a Duque indicándole sacar el arma.

-Helena: No, no tengo mascota por qu...



Antes de que pudiera responder Cabanela se lanzó a ella apartándola y disparando a una sombra en el techo provocándole una herida y la marcha de él por la ventana desapareciendo del lugar.

-Cabanela: Pues porque se te ha colado un insecto molesto, dijo guardando el arma y ayudando a la dama a levantarse.

No es seguro quedarte aquí, ¿puedes ir a lo de una amiga? al menos durante un par de días, preguntó.

-Helena: (con un poco de miedo) Creo que si, muchas gracias. Recogeré mis cosas y me marcharé, respondió yéndose a los cuartos.

-Duque: Hemos acabado Cabanela, buen trabajo te has ganado una galletita.

-Cabanela: Galleta la que te vas a llevar cuando te coja.

(Discutían mientras dejaban el piso y la oscura zona)

En el piso, frío y oscuro tras comprobar la inseguridad que allí había, la joven decidió coger lo que ya había preparado y yéndose ya hacia la puerta se acordó.



Helena: !La caja que me entregó Nathan!, exclamó corriendo hacia el salón y subiéndose a una silla levantó una baldosa del techo y de allí saco la caja que Nathan cogió al principio de esta historia.

La caja no había cambiado ni el mas mínimo detalle después de tantos años. De ella emanaba una extraña pero cálida energía. Nadie la había abierto en este tiempo y nadie excepto el propio Nathan sabia de su interior, ya que la misma caja estaba bien cerrada con un candado de llave de tres puntas.



-???: Jojojojo, reía feliz en las sombras. Así que aquí se encontraba la maldita caja y a ti fue entregada por el insecto ese, dijo una extraña sombra sobresaliendo del suelo.

-Helena: ¿Quien anda ahí?, preguntó sacando dos cuchillos de las mangas de la camisa.

-Freddie: Relájese señorita, me presentaré de inmediato así que baje las armas, respondió levantando las manos ante la situación.

En ese momento Helena se fijó en la extraña figura que delante de sus ojos se hallaba. De la sombra salió un hombre de edad avanzada, comúnmente llamado anciano. Su cabellera plateada debido a la edad, sus anteojos caídos en la nariz y su vestimenta de otra época, esta persona parece sacada de la edad media o algo por el estilo, era lo que pensaba Helena.

Aparte de su vestimenta y su fiel bastón que le ayudaba a andar, de él emanaba un aura siniestra, un aura que provocaba los escalofríos de la joven.

-Freddie: Mi nombre es John Freddie VI, y el contenido de esa caja acompañado de su dueño deben desaparecer. No me gusta hacer daño a las mujeres pero este es el comienzo de mi reinado y nadie se interpondrá en mi camino, gritó a la joven.

El aura que notó empezó a crecer a un ritmo imparable, fatiga y mareos invadieron el cuerpo de Helena. Sus piernas empezaron a fallar, un sudor frió le recorría el cuerpo, sus brazos empezaban a pesar mucho y su vista comenzaba a nublarse.

-Helena: ¿Que... que estas... haciendo?, fueron las últimas palabras de la chica que quedó inconsciente en el suelo y dejando la caja a merced de Freddie.

-Freddie: Nathan Fireball, aquí acaba tu viaje y comienza mi llegada al poder. Cada vez faltan menos piezas para empezar el juego, ¿seras el ganador? o ¿te haré Jaque Mate?, decía desvaneciéndose en las sombras de las que vino.

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